Desde finales de la década de los ochenta, un grupo de profesionales en Psicología y Educación ha estado desarrollando programas de intervención basados en juegos cooperativos para estimular el desarrollo socioemocional y conductas prosociales en niños y adolescentes. Estos programas promueven valores y habilidades relacionadas con los Derechos Humanos, como la comunicación, la
ayuda mutua, la cooperación grupal, la expresión emocional, el respeto por las diferencias y la aceptación del otro.

Este enfoque se inscribe en un modelo de intervención psicológica para el desarrollo de la personalidad infantil y juvenil y se enmarca en la promoción de valores ético-morales y la investigación sobre los efectos del juego prosocial y la dinámica de grupos cooperativos.

El trabajo se basa en las propuestas pioneras de Orlick, quien abogó por la promoción de la cooperación y el intercambio de recursos en niños y adolescentes a través de juegos y deportes cooperativos. El autor comenzó a diseñar, aplicar y evaluar programas de juego cooperativo con el objetivo de fomentar
la cooperación y el desarrollo integral en distintos contextos de desarrollo infantil.